En el marco de la campaña “Forjando campeones con entrenadores certificados”, es fundamental comprender que el rol del entrenador va mucho más allá del rendimiento deportivo. En los entornos escolares, el educador físico —cuando está debidamente cualificado— tiene la capacidad de convertirse en un agente de cambio real en la salud integral de los estudiantes. Así lo demuestra el estudio de Daniela Causil y Willinton Watts, que aborda una problemática urgente en el contexto educativo colombiano: la falta de educación nutricional en el currículo escolar y su impacto negativo en los hábitos alimenticios de los escolares.
El reto: desconexión entre nutrición y actividad física en la escuela
El estudio, desarrollado en la Institución Educativa INEM, señala que aunque los docentes de Educación Física tienen conocimientos básicos sobre los problemas alimentarios de sus estudiantes, la estructura curricular no ofrece herramientas suficientes para integrar la nutrición como eje transversal de su enseñanza. A través de una metodología cualitativa, basada en la investigación-acción, los autores propusieron ciclos de planificación, intervención, observación y reflexión para identificar cómo la clase de Educación Física puede convertirse en una plataforma de formación para una vida saludable.
Los resultados revelan que integrar contenido nutricional en las sesiones de actividad física no solo es viable, sino altamente beneficioso: los estudiantes mejoran su comprensión de la relación entre alimentación y rendimiento, se sienten más motivados a adoptar buenos hábitos, y se fortalecen valores como la autonomía y la responsabilidad con su salud.
La importancia del entrenador calificado en este proceso
Lo anterior no sería posible sin un entrenador o docente calificado, es decir, con formación integral que incluya conocimientos de pedagogía, salud pública, nutrición y psicología del desarrollo. A continuación, algunas razones por las que la cualificación del entrenador es clave:
Interdisciplinariedad real en el aula: Un entrenador certificado no enseña solo “deporte”, sino que articula contenidos de nutrición, autocuidado, corporalidad y salud emocional. Puede explicar cómo una dieta balanceada mejora el desempeño físico, la concentración y el bienestar general.
Planificación pedagógica con objetivos de salud pública: La formación profesional permite diseñar sesiones que no solo desarrollen habilidades motrices, sino también contenidos temáticos sobre alimentación saludable, de forma adaptada a la edad y contexto de los estudiantes.
Detección temprana y orientación: Un entrenador calificado puede identificar signos de trastornos alimenticios, hábitos perjudiciales o deficiencias nutricionales, y articularse con los equipos interdisciplinarios escolares para dar seguimiento oportuno.
Transformación cultural a través del ejemplo: El educador físico se convierte en un referente. Cuando cuenta con herramientas y conocimientos sólidos, puede inspirar a las familias y a la comunidad escolar a adoptar estilos de vida más saludables, impulsando transformaciones sostenidas en el tiempo.
Conclusión
La investigación de Causil y Watts demuestra que integrar la educación nutricional en las clases de Educación Física no solo es necesario, sino estratégico. Pero esa integración solo será efectiva si los encargados de llevarla a cabo son profesionales capacitados, conscientes de su rol pedagógico y formativo.
En este sentido, la base de una educación física transformadora comienza con entrenadores calificados, capaces de guiar no solo el movimiento, sino también la conciencia alimentaria, el bienestar emocional y la salud integral de las nuevas generaciones.
Te invitamos a profundizar el artículo comentado:
Causil, D., & Watts, W. (2024). La clase de Educación física como agente movilizador de hábitos alimenticios saludables en la escolaridad. Revista Digital: ARCOFADER, 3(2). Recuperado a partir de https://revista.arcofader.org/index.php/inicio/article/view/92
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